martes, 15 de mayo de 2012

La alfombra: Conservación y restauracióN



        El estado de conservación influye mucho sobre el valor comercial de la alfombra. Los altos precios aceptables e inevitables en una alfombra oriental "antigua" (o sea anterior al siglo XIX) pueden encubrir en una alfombra vieja (hecha en el siglo XIX) o en una moderna (posterior a 1900) deficiencias originales de estructura o la escasa calidad de los materiales.
        Una alfombra debería carecer de vicios de origen que consistan especialmente en ondulaciones del tejido, deformaciones excesivas de los lados, rizado de las orillas, así como de defectos derivados de su utilización, agujeros, apolillados, remiendos mal hechos, manchas, separaciones en las franjas, en los orillos y en los bordes, oscurecimientos, etc.
        Para obviar estos inconvenientes es aconsejable tanto durante su empleo como durante su limpieza tomar ciertas precauciones. En primer lugar es necesario no colocar la alfombra en un lugar de paso continuo, no poner encima muebles o por lo menos muebles demasiado pesados (y en este caso es indispensable mover con frecuencia la alfombra para evitar que la zona sometida a un peso o a un roce continuo pueda desgastarse o romperse), no dejarla expuesta a la luz directa del sol, que puede producir oscurecimientos y alteraciones de color debidas a la distinta resistencia de los colores a la luz. Finalmente, es necesario proceder a una continua y cuidadosa limpieza de la alfombra.
        Se tiene que cepillar diariamente con cepillos adecuados o con la aspiradora, que tiene el inconveniente de arrancar junto al polvo pequeñas partículas de lana.
        La alfombra se debe lavar cada dos o tres años. La mayor parte de las alfombras se pueden lavar en casa sumergiéndolas en una tina de agua fría, en la que se haya disuelto jabón neutro, aclarándolas y secándolas después perfectamente. De todas formas es aconsejable confiar la alfombra a una casa especializada que puede reparar los posibles desperfectos.
        Los sistemas de lavado en seco con productos químicos pueden servir sólo para la limpieza de la parte superior del pelo y favorecen la concentración de la suciedad en el tejido del fondo que se convierte en un terreno apto para el desarrollo de la polilla.
        La conservación correcta de una alfombra guardada durante períodos más o menos largos se consigue rociando la superficie limpia con productos antipolillas (naftalina, alcanfor, benzol, etcétera), o sometiéndola a un tratamiento moderno antipolillas de larga duración. Después la alfombra se enrolla sobre sí misma, o sobre un palo si es de grandes dimensiones, envolviéndola en papel de periódico y papel fuerte y cerrando herméticamente los extremos.
        Hay que guardarla en un lugar seco y fresco. Algunas casas especializadas, que sirven también a particulares, disponen para la conservación de alfombras de frigoríficos cuya temperatura ambiente impide la vida de las polillas y la supervivencia de los huevos.
        Para la restauración y consolidación de alfombras desgastadas o agujereadas existen casas especializadas, y en algunos grandes museos (Roma, Vaticano, Munich, Lyon, etc.) hay laboratorios especialmente organizados para la conservación y restauración de tejidos (tapices, telas, alfombras).

Elena Parma en Las técnicas artísticas.

Manuales Arte Cátedra. Madrid 19971997 (9ª ed.). pág. 402

Restauradora de Obras de Arte, Alba Lucía Guerrero O .Julio 2009

Coord. Tom Rodríguez Fundación Red de Arte Estado Trujillo

Restaurador – Conservador Antonio Avendaño. Museo Salvador Valero de  la Ciudad de Trujillo

Investigación: Carlos Rodríguez Arrieche Pintor – Restaurador de Pinturas a Caballete
Carache Estado Trujillo Venezuela 2009

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